A pesar
del tiempo, no me acostumbro a la soledad, al sabor que dejó tu ausencia en mis
labios, ni al frío que hoy se cuela entre mis brazos y me toca el alma una y
otra vez, especialmente en aquellas noches de luna llena, que su brillo es tan
fuerte que ilumina el lugar de aquellos enamorados, pero cruel esplendor de
plata que parte en dos un corazón abandonado.
No me
acostumbro a conjugar verbos en singular, tanto que he eliminado de mi lista la
conjugación de pretérito, especialmente el pretérito perfecto y me aborda el
miedo de olvidar a conjugar los verbos en plural, pero sobre todo extraño aquel
pronombre “nosotros” que es la combinación perfecta del tú y yo.
No me
acostumbro a escuchar canciones, dedicarlas al viento y escribir versos
incompletos que se pierden entre páginas blancas y pinceles que no son
utilizados más porque no encuentran color ni la inspiración para crear…
No
quiero acostumbrar a mi corazón a vivir sin ti, obligarlo a olvidarte, aunque
seamos realistas amor, fui yo quien se marchó y también fuiste tú quien me dejo
partir…
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