Dejar llorar al corazón.
Existen momentos en la
vida,
donde la soledad, la melancolía, la tristeza,
invaden no solo a la razón
sino también al corazón.
Donde simplemente la fragilidad del viento
pareciera
ser una vacío que carcome el alma;
donde aunque estemos rodeados de personas
sentimos que nos ahogamos en nosotros mismos.
Muchas veces perdemos el sentido,
el valor
y aquella gran cualidad de asombro
donde se deja de ver aquellos
bellos colores,
el rojo de una rosa, el azul del cielo,
el verde de aquellas
hojas que están renovando aquel árbol
y simplemente lo reducimos a sombras a
escalas de grises.
Y es allí donde el corazón se siente oprimido,
quiere
saltar, quiere sentir; pero es callado con estruendos
o quizá con
justificaciones y razones.
Pero parte de nuestra humanidad y fragilidad es
aprender a dejar llorar al corazón.
Y como dijo un gran poeta: aunque el día
este gris
el sol siempre está allí aunque no lo puedas ver.
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